26 de noviembre de 2007

Ojos Negros

Algo muy raro me pasó. Salí de casa sin rumbo, sin ideas, sin nada. Andaba distraída como siempre, perdida en mi. Al poco andar levanté la vista y miré al cielo, noté que no tenía estrellas esa noche. Después de un rato me di cuenta que estaba negro, negrísimo. Sin estrellas, ni luna, ni cielo! Bajé la mirada y empecé a ver como todo estaba teñido de negro: las ventanas eran negras, los árboles eran negros, los carteles, las calles, los techos... hasta un perro que pasaba era negro!
Qué pasó? no había notado eso antes. Me encontré en el reflejo de un vidrio y ví como mis ojos se habían puesto negros, y eso sí que no había pasado antes! Andaba más y más rápido cruzándome con toda esa negrura que parecia envolverme. Trataba de encontrar algo, cualquier cosa que tuviera un poco de color, al menos un gris! Y nada, todo se veía negro.
Y ya resignada a mi suerte, pensé que quizás un designio divino decidió que era así la cosa, que a algunos les toca ser ciegos y a mi me toco ver negro. Ya mis pensamientos se influenciaron por mis ojos y comenzaron a ser negros también.
Y así es que llegué a un lugar tan negro como todos los demás. Y entre tanta oscuridad pude divisar una cara amiga, que clavó sus ojos en los míos y los vio negros. Creo que sonrió, no sabría decir dada la oscuridad que no me dejaba ver, y con generosidad me extendió su mano, en ella un veneno, en él un hechizo. Y ante mi sorpresa poco a poco el color empezo a aparecer. Luces de colores brillantes aparecían desde arriba. Colores frente mío, había gente colorida y una melodía repetitiva empezó a resonar en mis oídos, como una corriente eléctrica. No podía creerlo! Los miraba sorprendida, de donde salieron? Todos saltaban, y a cada salto que daban, un socotroco negro se les desprendía, y un color luminoso aparecía.
"Saltá! Saltá y desprendete de lo negro que traes pegado!" Entonces salté, salté, salté, cada vez más alto, cada vez más fuerte, y lo negro se empezó a desprender de mi también.
Cuando salí el cielo ya no era negro, tenía un hermoso color celeste limpio con unas nubecitas finitas y blancas. Y los árboles eran verdes, y los techos eran rojos, y los perros eran del color que son los perros. Llegué a casa y ví que mis ojos ya no eran negros, aunque no sabría especificar de qué color eran porque cambian todo el tiempo.
Y así me fui a soñar.

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