16 de diciembre de 2007

Experiencia maravillosa

En una ocasión me pasó algo muy especial. Estaba trabajando y me topé con un ser de luz. Qué bien disfrazada estaba! Con su traje de Inspector Municipal logró engañarme por un instante.
Al rato de completar sus tareas de inspectora nos pusimos a charlar, se abrió a mi y me contó su historia personal. Al menos eso creí yo, ya que es muy común que me pase.
Luego de un rato pensé "esta mujer no tiene idea de la sabiduría que tiene!", y al retirarse caí en la cuenta: fui engañada!!! Me topé con un hada.

Las hadas se disfrazan tan bien que es casi imposible reconocerlas. Simplemente llegan, tocan tu vida y se van. Como un tsunami arrasan con todo lo que tenés por certero, vos no alcanzás a entender qué pasó. Y ella así llegó y se fue.
Y cómo me dí cuenta? Me dio una pista cuando se iba. De repente se dio vuelta, clavo sus redondos ojos en los mios y me dijo algo. Algo que no esperaba escuchar, algo que me pasó inadvertido todo este tiempo, una gran verdad entre tantas verdades que me regaló esa mañana. Y desapareció (como buena hada).

Y mi sorpresa y emoción fueron tan grandes... se me humedecieron los ojos y se me calvó una sonrisa en la cara. Miré a mi alrededor buscando con quién compartir la experiencia pero estaba sola. Lloraba y reía, emoción que no es común en mí, solo me pasa cuando escucho ciertas melodías. Floté hacia mi puesto y me puse en contacto de nuevo con el mundo real, y la vida continuó.

Lo más curioso es que yo sabía que me toparía con ella. Hace 2 semanas que lo sé, no sabía el cómo ni el dónde, solo lo sabía. Ojalá la hubiera reconocido antes, le hubiera preguntado cuál era su misión conmigo, aunque se supone que todo debe tener una cierta complejidad para ser realmente satisfactorio y merecido.

Y pensando todo esto, todo lo que ella me dijo, se me vino a la cabeza un laberinto, y cómo la vida se le asemeja. Estamos atrapados en un laberinto que nos asusta, lleno de recovecos aparentemente sin salida, esperando encontrarnos con personas que nos ayudarán a encontrarnos con nosotros mismos y con la salida. Pero en todo el trayecto avanzamos con nuestras cabezas gachas, por temores, por inseguridades, por rencores... si levantáramos las cabezas podríamos ver por encima del laberinto y divisar a las otras personas que están ahí perdidas, descubriríamos que no estamos solos. Podríamos salir y ayudar a salir a los demás. Y el laberinto dejaría de ser una cosa tan complicada, sería simplemente un juego, para lo que se lo inventó, no? Como la vida misma.
Creo que voy entendiendo cual era la misión que el hadita tenía conmigo.

7 de diciembre de 2007

Desperté

Abrí los ojos. La melodía seguía resonando en mi cabeza. Me incorporé y con estupor me ví... ahí... al costado... tendida en la cama. Fría, inmóvil. Mi cuerpo muerto yacía a mi lado en mi cama.
Traté de reanimarme, hice todo lo que sale en las películas: respiración boca a boca, golpes en el pecho, samarreé mi cuerpo a más no poder. Pero ya era tarde, ya estaba muerta. Al tocar mi cuerpo lo sentí helado, era evidente que hacía mucho que estaba muerta, pero como yo dormía no me había dado cuenta.
Aparentemente mi agonía se produjo mientras yo soñaba y por eso no me di cuenta. Y tardé mucho en despertar... y así sin querer me dejé morir.
Sentada en el piso, al borde de la cama, miro sobre mi hombro a eso que queda de mi. Mi cuerpo sigue inmóvil. La melodía sigue resonando... "sí, cometí un grave error" dice una y otra vez.
Podría haberme salvado! Si tan solo mis sueños no hubieran sido tan lindos, tan placenteros, con cielos púrpura y luces anaranjadas, con oscuridad y encuentro... si me hubiera despertado antes hubiera visto que me estaba muriendo, me hubiera rescatado!
Pero ya es tarde. Lo que quedaba de mi se fue.
Miro por la ventana. El cielo nublado... mis pies fríos... mi alma triste.
No sé si esta vez pueda renacer.